En las pasadas elecciones generales del 20-D los
españoles dijimos clara y rotundamente NO a la “continuidad” pero
también NO a la “ruptura”. Votamos por el “cambio” pero también
por la “estabilidad”. Lo que queremos mayoritariamente es “Cambios con
Estabilidad”.
Hay que acometer una serie de reformas, algunas en
profundidad (Constitución, ley electoral, ley de Educación, reforma laboral,
reforma fiscal); hay que buscar una utilidad real y práctica al Senado
cambiando sus funciones o, en su caso, proceder a su eliminación; hay que
legislar para acabar con la politización de la justicia, para que los políticos
corruptos acaben todos en la cárcel y acabar también con las puertas
giratorias; hay que poner en marcha una serie de planes necesarios y urgentes
contra el paro, la pobreza, la exclusión social…
Todo esto que es tarea de nuestros políticos sólo
se puede conseguir con consenso, con acuerdos y siempre desde el diálogo. Y
difícil está porque a día de hoy en lo único que coinciden es que todos “están dispuestos a jugar con la vida, el
futuro y la tranquilidad de los españoles”.
Todo vale: desde el alarmismo y el catastrofismo en
el que lleva instalado el PP estos últimos cuatro años (y sigue), al populismo
y la actitud prepotente de los representantes de Podemos, pasando por la no
concreción en hechos reales de los acuerdos y pactos planteados por Ciudadanos
(y su manifiesta indefinición) hasta los desacuerdos internos del PSOE,
olvidando que se presentaron “para
cambiar las cosas”.
Y todo este proceso de cambio y regeneración
requiere de quienes deben llevarlo a cabo grandes dosis de responsabilidad y
capacidad. No es tarea fácil y “quizás sean necesarios sacrificios y
renuncias”. Para empezar el PP debe valorar la posibilidad de presentar
otro candidato, no es de recibo que el actual presidente en funciones ande
instalado en la estrategia y el tacticismo, con el desprecio que esto supone
para los ciudadanos. El PSOE tiene que dejar de parecer un patio de vecinos,
gritando todos a la vez, y hacerlo con una sola voz, clara y rotunda, sin
importar si se gobierna o no se gobierna, sino que sirva para cambiar las
cosas. Podemos debe participar de los cambios que se demandan; no se entendería
si así no fuera, pero dejando atrás los insultos, la soberbia y la insolencia.
Y Ciudadanos debe “mojarse”, es el galán de moda pero tiene que decidirse por
una de sus novias, no puede contentar a todas a la vez.
Para poner en marcha las necesarias reformas tiene
que haber un Gobierno, y es obligación de los políticos conseguirlo, “con sacrificios, los que hagan falta;
concesiones, las que sean necesarias”. El reto soberanista y la necesidad
de poner en marcha las reformas que la ciudadanía demanda son las dos
cuestiones fundamentales que sin demora deben afrontar los dirigentes políticos
en este momento de una manera prioritaria.
Como muchos, tengo miedos, pero también esperanza
de que por fin prime el interés general por encima del interés partidista o
personal. Con todo ello creo que queda claro que para mí la actual situación no
es un problema, es una oportunidad que no se puede desaprovechar.
PD. “En la
vida y la política, que forma parte de la vida, no vale todo”. Mariano
Rajoy. (Córdoba 23/01/2016).
Feliciano José Galán
Merino, vicepresidente de la Asociación El Tercer Lado.
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Lado"