jueves, 26 de noviembre de 2015

¿Plan? ¿Qué plan?






Hablo, claro está, de la Administración de la Junta de Andalucía, donde no hay plan, ni nunca lo hubo, sencillamente porque no hay capacidad para elaborarlo.

Planificación requiere, sobretodo, organización y tampoco hay talento para ello. En la Junta de Andalucía no se ha visto nunca. Se ha ido siempre “a salto de mata”.

El día a día nos muestra una administración desnortada, sin objetivos, ni metas concretas y sin una estrategia definida. Una administración donde no hay visión ni a medio ni a largo plazo, donde cada consejería funciona como un reino de taifa independiente, donde las reglas son mudables, donde los programas, o no se ponen en marcha, o se incumplen al aplicarlos y donde los procedimientos, o no existen, o no son uniformes en su aplicación.

Una Administración donde lo urgente no deja paso a lo importante, donde el día a día lo marcan los titulares de la prensa, donde las tareas están en gran medida condicionadas por la Justicia y donde se está continuamente “apagando fuegos”, ocupados en cometidos que muchas veces nada tienen que ver con los objetivos últimos que se persiguen.

Una administración donde campan a sus anchas la ineficacia y la ineficiencia (ambas enemigas de la buena gestión “económica” del gasto), donde el interés partidista prima sobre el interés general, donde es llamativa, y a veces escandalosa, la tardanza en la toma de decisiones necesarias y urgentes y donde no hay -porque no interesa- una clara definición en las funciones de su personal.

Una administración donde un gran número de funcionarios que no sirven, sí que “se sirven”, ocupando puestos de confianza (PLD) en su beneficio personal, para, al grito de “lo manda el alto cargo”, servir al político de turno. Para ellos todo vale, lo fundamental es perpetuarse.

Una administración donde queda en entredicho permanente la integridad personal de muchos de sus dirigentes políticos, donde la mayoría de estos, inoperantes, también “se sirven”, donde muchos son los llamados y pocos los elegidos por su demostrada formación y capacidad, primándose una (in)competencia de saldo y donde diariamente queda cuestionada la profesionalidad de todos ellos porque, o no saben, o no quieren, o, lo que es peor, no les dejan hacer nada que sea sinónimo de organización, dirección, gestión o motivación.

Pues bien, parece ser que, felizmente, todo ello se acabó, o tiene fecha próxima de caducidad. Y es que para acallar a los maliciosos que puedan pensar que todo lo anteriormente dicho ha sido programado y no sobrevenido, y disipar cualquier tipo de duda, la Presidenta de la Junta de Andalucía ha decidido dedicar esta legislatura a resolver estos “pequeños inconvenientes” y, al parecer, ya está manos a la obra; incluso ha reconocido que todo ello le servirá para ampliar y mejorar su currículum personal. Y, lo que es mejor, todo ello no lo va a llevar a la práctica con las miras puestas en el Gobierno de la Nación (¡que se preparen!), sino única y exclusivamente en el interés y bienestar generales, desinteresadamente, tal cual es ella.

Nos ha pedido tiempo, más tiempo, porque preparada... ya lo está. ¡Por supuesto: tiempo ha tenido en estos dos últimos años! Y los que confiamos en ella, naturalmente que se lo vamos a dar porque, si no te fías de un animal político de primer orden, a quien “no le gusta perder ni al parchís”, que piensa siempre en los demás, que asume todo el liderazgo político e institucional que se le pida, sobrada de carisma y de integridad personal y con toda la visión de futuro que pueda uno imaginar, ¿en quién vas a confiar?

Y algunos vamos y nos lo creemos pensando, ¿por qué no? Ella es capaz de esto y más.


Feliciano José Galán Merino, vicepresidente de la Asociación El Tercer Lado.

Las opiniones difundidas en este apartado son de la exclusiva responsabilidad de sus autores y no se corresponden necesariamente con las de "El Tercer Lado"