El
próximo domingo 26-J se celebran elecciones generales y los españoles estamos
llamados a votar, que no decidir.
Votar,
lo que se dice “votar”, votaremos mayoritariamente, tal y como hicimos el
pasado 20-D, a favor del “cambio” y de la “estabilidad”. De eso no tengo dudas.
Ahora bien, decidir, lo que se dice “decidir”, lo harán los mismos “políticos” que en los últimos
meses se han preocupado más de sus intereses personales y partidistas que del
interés general.
El PP
sigue cansinamente instalado en el alarmismo y el catastrofismo (sin nosotros
España “caerá”). Para los
que componen esa formación prima la pasividad frente a la corrupción y
entienden que la estrategia que supone el inmovilismo y el tacticismo de su
cabeza de cartel “es una jugada
maestra”. Cualquier cosa les vale, ya sea por acción u omisión,
mientras ello suponga “rédito electoral”.
El PSOE no se encuentra. Para
ellos no se debería haber llegado a esta situación. Su cabeza de cartel estaba
(y así sigue) cuestionado dentro de su partido y sólo el paso atrás de Rajoy en
la investidura pasada le revitalizó. Vio su oportunidad y la aprovechó. Pero no
es un problema de programa ni de propuestas, que no le faltan ni uno ni otras,
es más bien un problema de liderazgo. Y es que su líder no convence, no
emociona, no ilusiona, to es pa ná.
Ciudadanos
se mojó (y continúa). Y no es fácil. España necesita un Gobierno y por ello han
trabajado y deben seguir trabajando. Pero sin ambigüedades y sin afán de
protagonismo. Demostrando cintura política (Andalucía, Madrid) pero buscando un
pacto de investidura, sin más.
Podemos (que no Unidos) es como
Dr. Jekyll (prepotente, soberbio, insolente y soez) y Mr. Hyde (humilde,
dialogante, comedido y respetuoso). La ocasión lo manda. Más pareciera que se
toman la situación política actual como una temporada de “Juego de Tronos”, y
como tal actúan. Aunque desde fuera parece que lo hacen (y mal) para una
película con argumentos de ciencia ficción.
Hay que acometer una serie de
reformas, algunas en profundidad (Constitución, ley electoral, ley de
educación, reforma laboral, reforma fiscal); hay que legislar para acabar con
la politización de la justicia, para que los políticos corruptos acaben todos
en la cárcel y acabar también con las puertas giratorias; hay que poner en
marcha una serie de planes necesarios y urgentes contra el paro, la pobreza, la
exclusión social...
El PP debe presentar otro
candidato. El actual, ni está ni se le espera. Sigue empeñado en ver la paja en
el ojo ajeno y no la viga en el propio. Dice que “él no es ningún obstáculo, son los otros, que algo tendrán que hacer”.
No acepta que los españoles queremos cambios, y que lo que el rodillo aprobó no se puede mantener. Se
necesita alguien capaz de entender que ha llegado el momento de la
responsabilidad, de la generosidad, y de aceptar los sacrificios y renuncias
que sean necesarios.
En el
PSOE, si queda por detrás de Unidos Podemos, la noche del 26-J se espera la
dimisión de su Secretario General. Después, en primer lugar debería ofrecer un
pacto de investidura a dicha formación en cuestiones fundamentales con una sola
condición previa a la negociación: la renuncia expresa por parte de
Unidos Podemos al referéndum de independencia en Cataluña. En segundo lugar, si
es rechazada esta condición, debería ofrecer un pacto de investidura al PP y
C’s (con una corta legislatura) que ponga en marcha las reformas que la
ciudadanía demanda.
Ciudadanos
debe insistir en su mensaje y trabajar por el diálogo, el consenso y el
acuerdo. Su función de partido bisagra es fundamental para facilitar la
formación de un gobierno necesario, un gobierno honesto, un gobierno sin
corrupción. Pero siempre teniendo en cuenta las reformas y cambios que tan
necesarios son. Todo ello sin cambiar, manteniendo su identidad.
Y Unidos Podemos es la estrella,
el actor protagonista (de una gran obra de teatro) que está llamado a emocionar
a un público ansioso que asiste a la función convencido de que su actuación
colmará todas las expectativas. No se entendería,
pues, que con el público totalmente entregado abandone la obra antes de que
baje el telón. Lo importante: las
personas, sus problemas, sus necesidades.
Con todo esto
quiero volver a manifestar que para mí la actual situación no es un problema,
sigue siendo una oportunidad que no se puede desaprovechar. Es el momento de
actuar.
Feliciano José Galán
Merino, vicepresidente de la Asociación El Tercer Lado.
Las opiniones difundidas en
este apartado son de la exclusiva responsabilidad de sus autores y no se corresponden
necesariamente con las de "El Tercer Lado"
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