sábado, 14 de julio de 2012

Una banda que desafina


Estamos en tiempos de crisis y la dirección, siempre necesaria, lo es más que nunca cuando se trata de abordar grandes tareas. En Andalucía tenemos un “director de orquesta” que ni sabe solfeo, ni rodearse de los músicos apropiados. Estos -dirigentes políticos- con alguna excepción, tan honrosa como exigua, los podemos clasificar en dos razas puras: “pastor alemán”, mayoritaria, de carácter tecnócrata, que sufre retención anal, y es por tanto irritable; y “caniche”, de nueva implantación, ideológico, enfocado a un objetivo específico y peculiar derivado de la muy particular forma en la que ve el mundo, excluyendo la evidencia científica, la experiencia práctica y el sentido común. El “director de orquesta”, por el contrario, no pertenece a ninguna raza pura, más bien resulta un cruce entre “pastor alemán” y “ratonero”, ya que además de su carácter tecnócrata, y del menoscabo producto de la irritabilidad, tiene enfoque propio y una necesidad insana de “mearlo” todo para marcar territorio.

Desconocemos las virtudes que adornan al actual “director de orquesta”, aunque podemos afirmar sin temor a equivocarnos que defectos tales como la demagogia, la manipulación y el desprecio, los manifiesta continuamente. En su discurso de investidura en el Parlamento Andaluz decía el Presidente: “Los dos valores que caracterizarán al futuro Gobierno de Andalucía serán ética y solvencia. Ética para considerar inaceptable cualquier forma de abuso o corrupción y solvencia en la gestión económica. Ética para saber que la igualdad de oportunidades es un bien supremo que forma parte del tuétano estatutario, del hecho diferencial de Andalucía. Mi Gobierno -decía- tendrá los pies en el suelo pero sabrá elevar la voz para denunciar los errores y los abusos de quienes tomen decisiones arbitrarias y lesivas para Andalucía y nuestra gente. Y cumplirá las leyes, faltaría más”. Se atreve a hablar de abuso, de corrupción, de solvencia en la gestión económica, de igualdad de oportunidades, de decisiones arbitrarias y lesivas, de cumplir las leyes. No puede haber mayor cinismo, hipocresía e incoherencia.

Lo que sí parece demostrado es que, con independencia de su raza, tanto el “director de orquesta” como la propia “banda” tienen la misma facultad: la de ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. Y para muestra, algunos botones:

Dice el “ni-ni” Jiménez que “el Gobierno central intenta “asfixiar” económicamente a Andalucía a la que acosa con las cuentas del Estado”. ¿Se puede ser más insolente? ¡Si no hace falta que lo intente… Andalucía ya ha sido arruinada sin necesidad de ayuda externa! Y ello gracias a los nefastos políticos que han dirigido y dirigen las cuentas públicas de nuestra Comunidad.

Afirma la consejera Aguayo que “Andalucía está utilizando el margen que tiene para su ajuste manteniendo el máximo empleo público sin cerrar servicios públicos y sin privatizar”. ¡Será tramoyista! ¿Qué “empleo público” quiere mantener? Está claro que se refiere “al de ellos y al de los suyos”, al que continúa amparando sin que le importe que ello suponga un absoluto despilfarro con cargo a las depauperadas arcas de la Junta de Andalucía. Además, evidencia un cinismo descarado cuando añade “sin privatizar”, ya que, hoy, en nuestra Comunidad resulta difícil incrementar aún más la liberalización de servicios públicos porque el Gobierno andaluz se ha encargado, él solito, de privatizar muchos de ellos desde hace años: Centros de Menores, Servicio de Atención a las Víctimas, Centros Educativos, Centros Sanitarios, Verificación y Control de Fondos Europeos, Auditorías del Sector Público, Formación para el Empleo, y un largo etcétera que haría sonrojar a cualquier político decente de izquierdas.

La consejera Díaz nos pide a los empleados públicos, en un alarde de mezquindad, “un pequeño esfuerzo colectivo para mantener el empleo público”. ¿Qué entiende por tal? Hoy, miles de empleados públicos de la Junta de Andalucía permanecen ociosos, sin funciones ni competencias, en espera de la toma de unas decisiones que obligatoriamente han de adoptarse y que, irresponsablemente se demoran.

Afirma el Presidente Griñán que las medidas de Rajoy “hipotecan el futuro de los españoles”, que en Andalucía lo que se hace es “agudizar el ingenio para optimizar aún más los escasos recursos”, que sus dirigentes “en tiempos de bonanza, fueron capaces de ahorrar y de llevar a cabo una política eficaz de gestión de recursos”. ¡De cemento armado… a la espera de un inesperado ataque de aluminosis que, a la postre, resulte liberador! ¿A quiénes pretende engañar a estas alturas? Nos reiteramos: no puede haber mayor cinismo, hipocresía e incoherencia.

Alega el “señor vicepresidente” que “si el acuerdo entre el PSOE e IU fracasa, se entregarían las llaves del gobierno andaluz a la derecha, facilitando el despido masivo de funcionarios, el recorte de derechos y privatizaciones a todos los niveles”. ¿Se puede ser más demagogo y manipulador? Que sepamos -si no hay agendas ocultas, al margen del “Acuerdo”- IU no está obligada por el Pacto de Gobierno a aceptar ningún tipo de ajuste o recorte que hagan necesarias tales medidas. Como tampoco está obligada a contratar a familiares, allegados y afines, aceptando con ello el nepotismo -hasta hace dos meses criticado hasta la extenuación- instalado en la Junta de Andalucía desde hace décadas por su socio de gobierno.

La consejera Aguayo se queja: “¿Por qué el Gobierno de la Nación no deja endeudarse a las Comunidades Autónomas para financiar políticas de crecimiento?”… Vacuas palabras que insultan a la mediana inteligencia, motivo por lo que cabe exigirle menos retórica y más responsabilidad: Sin inversión no hay crecimiento, y ¿qué inversión puede acometerse si los sueldos públicos “se tragan” los ingresos?

Señala el portavoz de IU-A en la cámara autonómica que en Andalucía los recortes se han hecho “con ajustes medidos, intentando hacer el menor daño posible y sin despedir a nadie”. ¿Se confunde, se equivoca, o se enmaraña el discurso, para mentir? El problema no es que los empleados públicos estemos o no dispuestos a la rebaja de sueldo para que no se eche a ningún empleado público. La dificultad es otra, más grave y él lo sabe, de ahí su tremenda y quasi delictuosa responsabilidad: lo que existe es un exceso de empleo público, que no de empleados públicos.

Pero el premio a la “mayor viga en ojo propio de lo que va de legislatura” se lo lleva la novel consejera Díaz cuando dice que “ningún miembro del Consejo de Gobierno tuvo conocimiento de que se estuvieran cometiendo irregularidades o ilegalidades con los fondos de los EREs”. ¿Ignorancia o simplemente caradura?, y más teniendo en cuenta que el “fondo” en sí mismo nació irregular e ilegal y que el montaje o trile era conocido por toda la cúspide de la Administración Autonómica. ¿O es que, como “recién llegada”, desconoce que, en cuestiones económicas y en lo que a disposición de fondos se refiere, en la Junta de Andalucía no hay nada que se mueva sin conocimiento y consentimiento de la Consejería de Hacienda?

Visto lo visto, y como ya temíamos, la entrada de IU-A en el Gobierno Autonómico no ha supuesto cambio alguno y continúa funcionando -eso sí, apuntalándolo- cual régimen totalitario. Sus dirigentes se manifiestan ayunos de valores y principios tan básicos como la responsabilidad, la capacidad y la transparencia. No entienden de austeridad y menos de eficacia y eficiencia. Se han convertido hoy en los manijeros de antaño. Con ellos, los intereses de minorías y de partidos (ahora doblemente) continúan primando sobre los generales. Con sus actitudes y decisiones arbitrarias e irresponsables se confirma que cada vez hay más “socialistos” y menos socialistas -en ambos partidos- y que la mayoría no ha arribado a ellos por las ideas, sino por las ambiciones personales. Se muestran cínicos y mezquinos; nada que ver con los afiliados y militantes de base de esas organizaciones: idealistas, luchadores y demócratas.

Creemos que no es serio ni aceptable que el funcionario, en época de vacas flacas -también cuando pastaban lustrosas- se convierta en casi la única pata dispuesta a sostener el banco de los vaivenes de la economía y de las políticas nefastas, corruptas y despilfarradoras de unos dirigentes que no han sabido -o, lo que es peor, no han querido- gestionar adecuadamente, particularmente en España, los recursos públicos y la crisis global que asola a la vieja Europa.

Por ello, como funcionarios y empleados públicos, nos gustaría ver:

- Cómo se proponen -y aprueban- medidas que favorezcan que pague más el que más tiene, y no al contrario. ¿Para cuándo en España un impuesto que grave, como ocurre en Francia -impuesto de solidaridad de las grandes fortunas- y en Alemania -impuesto de la envidia-, los grandes patrimonios y las “altas” rentas?

- Cómo a los responsables del “despilfarro público” se les castiga. Desde la fulminante inhabilitación para cargo público hasta la consiguiente apreciación de la desviación de poder y de otros tipos penales, sin olvidar lo que continúa siendo un clamor: la devolución íntegra del importe despilfarrado.

- Cómo se persigue a los defraudadores, y no como se les amnistía. En este contexto de crecimiento negativo del PIB y de déficit en las cuentas públicas, la lucha contra el fraude cobra nueva importancia. Según un estudio de la Universidad Pública de Navarra, un punto de reducción en el fraude fiscal podría traducirse en dos puntos de aumento en el empleo.

- Cómo el presidente Griñán -así lo ha anunciado- revisa “una por una” las medidas ya adoptadas en la comunidad autónoma en relación con sus empleados públicos, para que “no se vean perjudicados doblemente”, tras el nuevo Real Decreto que vuelve a poner en el punto de mira a los de siempre.

Por último, asegurar, en fin, que, al igual que no estamos de acuerdo con las medidas de recortes adoptadas por el Gobierno del dúo Griñán-Valderas, tampoco lo estamos con las adoptadas -publicadas hoy en el BOE- por el Gobierno de Rajoy. En ambos casos aseguramos con rotundidad que hay otras alternativas. Y respecto de las últimas, naturalmente que ofreceremos nuestra opinión una vez estudiadas en profundidad.

Francisco Romero y Feliciano Galán, presidente y vicepresidente de la Asociación El Tercer Lado.

Las opiniones difundidas en este apartado son de la exclusiva responsabilidad de sus autores y no se corresponden necesariamente con las de "El Tercer Lado"

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