El Tercer Lado extiende sus fronteras. La “movida” de los empleados públicos andaluces parece haber contribuido a despertar de su letargo a compañeros de otras comunidades: Madrid, Murcia...
Rosa María Mateos es funcionaria del IGME en Baleares y, no ha mucho, se puso en contacto con nosotros: “Mi más rotunda solidaridad con vosotros. Esto tiene que hacerse extensivo al resto del país, tenemos que recuperar nuestra dignidad como funcionarios. Ánimo y contad con muchos de nosotros por todo el territorio nacional. Iremos comunicando vuestra movida, para que se conozca fuera de las fronteras de Andalucía. Remito una "carta al Director" que me publicó El País, en fecha 3 de septiembre de 2009 y que escribí estando de vacaciones en mi pueblo granadino. No estáis solos”.
Efectivamente, su carta de hace casi un año y medio encerraba toda una premonición de lo que, finalmente, vino después. Quizá si hubiera sido tenida en cuenta, las medidas después adoptadas no hubieran sido tan drásticas. ¿Se puede decir más y mejor en menos espacio?
Ahora que el señor Zapatero propone dos medidas tan impopulares como congelar el sueldo a los funcionarios y subir los impuestos, debería mirar un poco para casa y adoptar una medida que sería tremendamente popular: reducir a la mitad, al menos, los cargos públicos.
La Administración se ha convertido en las últimas décadas en una gran empresa de colocación de amigotes y familiares, colegas de partido, sindicalistas silenciados, viejas glorias, creándose una infinidad de cargos de alta remuneración denominados de libre designación, en lenguaje más coloquial "a dedo". Consejeros de consejeros, gerentes de empresas públicas, presidentes de consorcios, directores generales del arte floral, secretarios, subsecretarios, asesores, jefes de prensa, etcétera; tanta gente, que en algunos departamentos de la Administración hay ya más jefes que indios.
Las consejerías se multiplican en las comunidades autónomas (15 en Andalucía), las Diputaciones se llenan de departamentos y algunos ministerios, sin competencias alguna, siguen manteniendo una plantilla de altos cargos en Madrid y periferia, que tienen que inventarse comités varios para justificar su existencia. La escasa preparación de gran parte de estos altos cargos conlleva una corte de asesores que campean a sus anchas por los pasillos públicos, sin haber aprobado en su vida una oposición.
¿Alguien se va a atrever a meter mano a esta situación alguna vez? Me temo que no, son muchos ya los que viven de la sopa boba. Mientras tanto, todos los españoles a contribuir al mantenimiento de esta enorme tropa de mandos.
Diario El País, publicado el 3 de septiembre de 2009.
Rosa María Mateos.
Rosa María Mateos es funcionaria del IGME en Baleares y, no ha mucho, se puso en contacto con nosotros: “Mi más rotunda solidaridad con vosotros. Esto tiene que hacerse extensivo al resto del país, tenemos que recuperar nuestra dignidad como funcionarios. Ánimo y contad con muchos de nosotros por todo el territorio nacional. Iremos comunicando vuestra movida, para que se conozca fuera de las fronteras de Andalucía. Remito una "carta al Director" que me publicó El País, en fecha 3 de septiembre de 2009 y que escribí estando de vacaciones en mi pueblo granadino. No estáis solos”.
Efectivamente, su carta de hace casi un año y medio encerraba toda una premonición de lo que, finalmente, vino después. Quizá si hubiera sido tenida en cuenta, las medidas después adoptadas no hubieran sido tan drásticas. ¿Se puede decir más y mejor en menos espacio?
Ahora que el señor Zapatero propone dos medidas tan impopulares como congelar el sueldo a los funcionarios y subir los impuestos, debería mirar un poco para casa y adoptar una medida que sería tremendamente popular: reducir a la mitad, al menos, los cargos públicos.
La Administración se ha convertido en las últimas décadas en una gran empresa de colocación de amigotes y familiares, colegas de partido, sindicalistas silenciados, viejas glorias, creándose una infinidad de cargos de alta remuneración denominados de libre designación, en lenguaje más coloquial "a dedo". Consejeros de consejeros, gerentes de empresas públicas, presidentes de consorcios, directores generales del arte floral, secretarios, subsecretarios, asesores, jefes de prensa, etcétera; tanta gente, que en algunos departamentos de la Administración hay ya más jefes que indios.
Las consejerías se multiplican en las comunidades autónomas (15 en Andalucía), las Diputaciones se llenan de departamentos y algunos ministerios, sin competencias alguna, siguen manteniendo una plantilla de altos cargos en Madrid y periferia, que tienen que inventarse comités varios para justificar su existencia. La escasa preparación de gran parte de estos altos cargos conlleva una corte de asesores que campean a sus anchas por los pasillos públicos, sin haber aprobado en su vida una oposición.
¿Alguien se va a atrever a meter mano a esta situación alguna vez? Me temo que no, son muchos ya los que viven de la sopa boba. Mientras tanto, todos los españoles a contribuir al mantenimiento de esta enorme tropa de mandos.
Diario El País, publicado el 3 de septiembre de 2009.
Rosa María Mateos.
Las opiniones difundidas son de la exclusiva responsabilidad de sus autores
y para cuando la supresión del complemento de alto cargo que cobran miles de politicos por el sólo echo de haber estado dos añitos aguantando un cargo. Basta con 75.000 firmas se presenta una proposición de ley.
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