«Todo está tan bien planificado que da miedo el silencio sepulcral de la sociedad andaluza»
Hay andaluces que no queremos volver a ser lo que fuimos. Ya sabemos que ese pasaje del himno recoge el imaginario de una Bética romana donde sus habitantes eran ciudadanos del Imperio, o el paradisíaco Al-Andalus que Blas Infante identificó con la armonía de tres culturas en convivencia pacífica y fructífera. No hay una Andalucía mítica, sino unas cuantas. Los bucles melancólicos nos llevan a rizar el rizo hasta componer ese crisol de culturas con que se ha identificado a Andalucía desde los tiempos de la autonomía. Un invento como otro cualquiera para sacarle el consiguiente rédito político.
Algunos andaluces no queremos volver a ser lo que fuimos, que rimaría con ese neo-caciquismo del que hemos hablado en más de una ocasión. Asistimos a una regresión democrática, a una vuelta a los orígenes de ese régimen caciquil que aquí ha cuajado en el Régimen con mayúscula que todo lo controla. Un Régimen que quiere perpetuarse a través de la ocupación de la Administración por si se produjera el cambio que vaticinan las encuestas. Si en el siglo XIX era habitual la figura del cesante que recogió Galdós en sus novelas, ahora se pretende darle la vuelta al personaje para convertirlo en el incesante.
El incesante sería el enchufado del Régimen que pasaría a formar parte del engranaje administrativo como si hubiera aprobado unas oposiciones y fuera funcionario de carrera. Desde la Junta se está preparando este desembarco que dejaría en dodotis al de Normandía. El ejército comandado por el general Griñán está ultimando la ofensiva para hacerse fuerte en los búnkeres de la burocracia ante la posibilidad de una derrota en las urnas. Para ello, nada mejor que igualar el terreno y convertir a funcionarios y enchufados en la misma categoría laboral. Camuflaje perfecto. Para que luego digan que no somos imparables.
Todo esto sucede ante los ojos cerrados de una sociedad civil adormecida, ante una clase empresarial que se limita a servir de subcontratistas de la Junta y a guardar ese silencio que tanto fruto da a la hora de llevarse la subvención al agua. ¿Los sindicatos? A ver qué hacen o que pueden hacer esos sindicalistas que están amarrados de pies y manos por los acuerdos de concertación. Los intelectuales callan salvo las honrosas excepciones de siempre. Quien abre la boca es tildado de enemigo de Andalucía. Como en los viejos tiempos.
El general Griñán está diseñando una operación que se parece demasiado a la retirada del ejército británico en Dunkerque. Una retirada a los puestos de la Administración para, desde allí, iniciar la reconquista del poder en caso de una derrota electoral. Todo está tan bien planificado que da miedo el silencio sepulcral de la sociedad andaluza. Está claro que queremos volver a ser lo que siempre fuimos. El general Griñán lo dejará todo enchufado y bien enchufado. ¿Le suena esto de algo?
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